Incremento de la violencia por consumo de drogas entre los jóvenes

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(Foto de golubovystock/Shutterstock.com)
 

Una vez más se demuestra en estudios y estadísticas que en todos los países europeos, incluido España, existe una clara asociación entre violencia, delincuencia y el consumo de estupefacientes, sobre todo en las edades juveniles.

Los informes que anualmente presenta la comisión de la Unión Europea acerca de la relación entre drogas y delincuencia continúan constatando un incremento de los delitos relacionados con las drogas y, en especial, con la cocaína.

Las continuadas ediciones de la encuesta de juventud coinciden en los números referidos al consumo habitual. Podemos afirmar que no hay variaciones excesivas en los últimos diez años, en lo que a costumbres de hábitos de consumo de drogas se refiere.

La tendencia media de la población juvenil continúa en el orden de mantener, para el 75 % de los entrevistados, como algo normal el fumar porros de hachís o marihuana, incluyendo a un 65% que declara haberlos probado o ser consumidor habitual o esporádico. El 40% de los encuestados también admite que les han ofrecido pastillas en alguna ocasión, sobre todo en salidas nocturnas, puertas de las discotecas o zonas de ambiente, al 24% están de acuerdo con su consumo. Un 21% aprueba el consumo de cocaína, con un 33% que admite que se la han ofrecido y un 18% haberla probado. Estos datos muestran claramente que entre la juventud la toma de drogas se considera como algo habitual y es aceptado.

Recientemente, se activó un plan de vigilancia policial alrededor de los entornos escolares, debido en gran parte a estas estadísticas y al informe sobre consumo de drogas en la ESO, en el que se afirma que uno de cada dos escolares sabe dónde encontrar cannabis, cocaína y otras drogas en su entorno escolar y de ocio habituales, lo que vendría a demostrar el aumento de la prevalencia y la facilidad de acceso que las drogas tienen para los adolescentes.

Drogas y violencia en Europa

Tomamos datos referentes a los conflictos de la juventud europea por ser específicos y referentes del total de la comunidad, eco de lo que viene siendo o será la juventud dentro de las fronteras nacionales. Conociendo lo que les ocurre a países del entorno, podremos activar los mecanismos para evitar los peores casos en nuestro propio suelo.

Recientes informes del Ministerio de Interior británico, realizado entre jóvenes de 10 a 24 años, analiza la relación entre drogas y violencia destacando dos resultados fundamentalmente. Por un lado, se confirma que, entre los consumidores habituales de drogas, el 62% hacometido algún delito a lo largo del último año y, por otro lado, que entre los jóvenes que habían cometido un delito o falta, un 59% habían tomado drogas a lo largo del último año y solo un 19% no habían consumido.

Es decir que se puede afirmar sin temor a error que por cada joven que comete un delito y no consume drogas hay por el contrario 4,62 jóvenes que sí lo hacen. Este dato es bastante concluyente en términos endémicos, y si el control policial que se propone tiene un mínimo éxito, se notará en una reducción de la violencia y delincuencia juvenil a efectos globales.

Aunque no podamos afirmar que el consumo de estupefacientes sea la causa principal de la violencia en multitud de casos, sí que tiene un claro efecto de acción conjunta con otros factores que anticipan la violencia.

Los factores de riesgo para un comportamiento violento y para caer en el mundo de la adicción a las drogas son prácticamente los mismos, y son ampliamente frecuentados y compartidos por el común de los agresores.

En el ámbito europeo de los países desarrollados, se han realizado numerosos estudios que han logrado que sean bien conocidos los intensos y peligrosos efectos de las drogas en el estado psíquico del agresor, con especial consideración en la cocaína, que provoca como norma general tanto el descontrol emocional como el aumento de la agresividad o la pérdida total o parcial del control racional del comportamiento.

Estos efectos aumentan la probabilidad, frecuencia y gravedad de la violencia que se ejerce. Además, entre violencia y drogas se produce una especie de feedback en el que se retroalimentan una a la otra. El ambiente en el que normalmente se mueven los círculos de las drogas suele ser extremadamente violento, así el adicto al ir adentrándose cada vez más en estos ambientes en busca de su dosis encuentra en la violencia un estado natural de las cosas en el que se irá sumergiendo gradualmente hasta que forme parte de su concepción de la realidad, haciéndolo extensible a todo el ámbito de su propia vida.

Por otra parte, el consumo habitual de drogas, especialmente las ilegales, su necesidad y la dificultad de adquirirla está muchas veces envuelto en conflictos previos al acto de la compra que frecuentemente produce peleas, discusiones y enfrentamientos entre familiares y amigos, en el entorno íntimo del adicto, en definitiva.

En estas situaciones, los consumidores, sobre todo si son escolares y / o adolescentes jóvenes, están muy indefensos. Por estas razones, de un modo u otro, hay que saber anticipar y evitar las situaciones donde la violencia convierta al joven adicto en un agresor o en una víctima.

El tema y la problemática de la droga entre los más jóvenes y la violencia que genera son muy amplios, difíciles de abarcar en su totalidad y profundizar en sus peligrosas consecuencias. Por esto invitamos a los lectores que quieren seguir informados sobre estos y otros temas relacionados con el mundo de las drogas, a que visiten la web de Narconón Mediterráneo, los expertos en el tratamiento y rehabilitación de todo tipo de adicciones a sustancias químicas y si tienes algún tipo de problemas con ellas o conoce a alguien que necesita ayuda, contáctenos.

AUTOR

Patricia

Secretaria de Comunicaciones de Narconon Mediterráneo

NARCONON MEDITERRÁNEO

EDUCACIÓN Y REHABILITACIÓN DE DROGAS