Me divertía sin necesidad del alcohol

(A las chicas les gustaba conversar conmigo)

 feliz
(Foto de Pressmaster/Shutterstock.com)
 

Voy a contar mi experiencia personal acerca del alcohol.

Tranquilo, no es la clásica experiencia de lo que cuentan los ex-alcoholicos. Es otra historia distinta. Una que quizá nunca se ha contado. La experiencia de alguien que ha sabido estar sobrio mientras todos se emborrachan alrededor y divertirse igualmente. Cómo vivir rodeado de personas que abusan del alcohol para divertirse y no abusar del alcohol de igual manera.

Tengo 51 años. Por supuesto he bebido alcohol en mi vida y me he emborrachado varias veces. Un par de veces me he pasado y he tenido que vomitar. Una vez perdí la memoria de todo lo que había hecho en varias horas. Me contaron que había estado muy divertido y fui el alma de la fiesta, ligue con chicas y yo no les creí porque no lo recordaba, hasta que me saludaron perfectas desconocidas para mí. Algunos dirán. Que genial. Te lo pasaste bien. Triunfaste. Ligaste.

Pues en realidad me asuste mucho. Por mucho que me esforzaba no lograba recordar ni una sola cosa de lo que me contaban que hice. ¿Quién hizo esas cosas? ¿Si estaba yo allí por qué no lo recordaba? Me hizo pensar que actúe en automático y que una especie de programa dirigió mi cuerpo durante unas horas mientras yo estaba inconsciente. No paso nada malo. Todo lo contrario, hice cosas guays según me contaron. Pero de qué me servía si yo no lo recordaba y era como si me contaran lo que había hecho otra persona. No contaba como algo que había vivido y como experiencia. Solo era un fenómeno que me asusto porque mi cuerpo actúo e hizo cosas mientras yo no estaba por decirlo de algún modo. Eso me asustaba, esa idea.

Bueno, he contado una anécdota de mi experiencia más fuerte con el alcohol. ¿Te pareció algo inocente y benigno como experiencia? A mí me aterro. Lo suficiente como para que jamás volviera a permitirme perder otra vez el control de esa manera.

Vivo en una sociedad que utiliza el alcohol como evasión y como estimulante para divertirse. Y sí, tienes esa utilidad, produce esos efectos de desinhibición, pero utilizado moderadamente. Todos sabemos que el abuso del alcohol produce consecuencias indeseadas. No tengo que hablar de ello porque es de sobras conocido. Es una parte de nuestra cultura muy arraigada. Cualquier adolescente pasa por una especie de iniciación hacia la edad adulta demostrando lo que aguanta con el alcohol. La permisividad hacia el alcohol es tan perjudicial como la prohibición. Debe existir el concepto del uso responsable y la moderación. Hay que enseñar eso a los jóvenes. A cómo no hacerse daño bebiendo, qué no hay que hacer para que te siente mal la bebida. No deberían aprenderlo de otros jóvenes inexpertos. Es mejor enseñárselo y esperar que asuma responsabilidad por sí mismo.

¿Qué tal hasta ahora? Diferente, ¿verdad?
No voy a darte sermones. Ya te han dado muchos.

Pero quizás no sepas que sí se pueden hacer mejor las cosas, porque sí existen personas que son capaces de ser moderados con el alcohol y no dejarse arrastrar por la presión social de que tienes que beber. Cuando salgo con los amigos bebo un poco de vez en cuando, pero yo decido cuanto y cómo, nunca permito que lo decidan mis amigos. Si me sacan algo que yo no he pedido, no discuto, me voy a la barra, dejo la bebida (normalmente muy alcohólica) y me saco mi cerveza habitual que es lo que me gusta tomar. “Jooo, ¡Que soso! Tomate el chupito, todos vamos a tomar uno”. Pues no permito que me venza ese argumento. Siempre digo lacónicamente y sin posibilidad de rebatirme “Me gusta la cerveza”. No discuto. No juzgo. Establezco mi limite y declaro lo que voy a hacer, que es tomarme mi cerveza. Eso se termina por respetar y te dejan en paz.

Cuando era adolescente hice eso. Decidir cuándo y cómo iba a beber y a pesar de toda la presión social no permití que si todos los demás hacían algo que yo no quería hacer lo tuviera que hacer yo también. Por supuesto me permití experimentar y pasarme de vez en cuando, pero con responsabilidad, según mis términos y mis decisiones. Al principio la presión fue muy fuerte y tuve que hacer algo para hacerme respetar. ¿Qué hice? Formule una apuesta. Un reto. Propuse que iba a estar un año entero sin beber absolutamente ni una gota de alcohol y beber lo más ridículo para los que son alcohólicos de fin de semana y no saben estar sin beber para divertirse. Mostos.

Aposte a que sería capaz de estar bebiendo mostos todo un año y que demostraría que se podía divertir uno estando absolutamente sobrio. Pensaron que era broma. Que no sería capaz. Me sacaban la bebida alcohólica que querían hacerme beber y yo la agarraba sin discutir. Y me iba a la barra y me pedía un mosto y volvía con una aceitunita entre los dientes o una rodaja de naranja, degustándola, con recochineo. Se reían y se burlaban, pero después de unos meses cambiaron las burlas a respeto porque pasaba una cosa. Yo salía a bailar y alternaba y hablaba con chicas y conocía a sus amigas y luego se las presentaba a mis amigos. A las chicas les hacía una gracia tremenda que estuviera bebiendo mostos y les gustaba que pudieran conversar conmigo y les sacara a bailar. Tenía un éxito tremendo y lo compartía con mis amigos. Me divertía sin necesidad del alcohol. Predique con el ejemplo.

Desgraciadamente no es tan fácil. Hay mucho más. No es tan sencillo.

La relación con gente que está abusando del alcohol a tu alrededor es a veces difícil. Pero se puede hacer. Hay que ejercer una suave y constante influencia. Querer a tus amigos y cuidarles y no permitir que se hagan daño a sí mismos e intervenir cuando hace falta. Es difícil, pero se puede hacer. Al final estableces una cosa que se llama presencia ética, o llamado de otro modo, respeto y que das confianza y eres buen amigo. A nadie le gustan los sermones y que les juzguen o les critiquen, pero pueden observar y ver que existen alternativas para divertirse sin tener que usar el alcohol.

Tú podrías ser ese ejemplo, ser responsable y moderado con el alcohol y poder divertirte sin tener que beber necesariamente. Lo peor es ser permisivo y reír las payasadas y salidas de tono producto del abuso del alcohol. Hay que demostrar desaprobación hacia los comportamientos que merecen ser desaprobados en vez de reírse. Y eso es todo desde mi punto de vista.

Espero haber aportado algo.

—Koldo

AUTOR

Koldo

NARCONON MEDITERRÁNEO

EDUCACIÓN Y REHABILITACIÓN DE DROGAS