Encontrarse con uno mismo
Siendo un chaval de 15 años comencé con el alcohol, en un inicio sólo era parte de la vida social de los fines de semana. Como muchos adolescentes no supe canalizar mi emociones y comencé a tener problemas en casa y en la escuela. Al tiempo dejé la escuela y comencé a trabajar en la panadería que era el negocio familiar, aquella decisión cambió por completo mi vida al tener una rutina distinta a los jóvenes de mi edad.
En la panadería mi día comenzaba entre las 3:00 y las 4:00 de la mañana, vivía de noche y descansaba de día, aún estaba en una etapa de crecimiento y desarrollo, por lo que esté hecho afectó mi condición física y la parte social. Cuando mis amigos salían, asistían a la escuela o hacían las actividades propias de la edad, yo dormía. Siempre me gustó ser parte de un grupo y, al ver mi circunstancia, decidí probar la cocaína para rendir en mi trabajo y salir de fiesta con los amigos y tomar unos tragos.
Con el paso del tiempo el consumo ocasional de alcohol y cocaína se convirtió en un hábito cotidiano e incorporé el hachís a mi lista de substancias psicoactivas de preferencia. Mi personalidad solía ser tímida y las drogas me ayudaron a desinhibirme, hablaba con soltura y me relacionaba mejora; en realidad eso era lo que creía porque sin darme cuenta estaba metido en un problema llamada adicción. En consecuencia todo comenzó a estar mal, de manera irremediable, ya no trabajaba, ni estudiaba, no contribuía en casa y mi aportación sólo eran problemas hacía mis padres por una mala relación que se suscitaba por mi comportamiento.
Un día apareció un pitido o zumbido en el oído, en verdad me asusté muchísimo por lo que decidí acudir a una revisión general con el médico de cabecera y, al ver mi problemática con el uso de substancias psicoactivas, me canalizó con el psiquiatra.
Durante las sesiones que tuve con el psiquiatra no me sentí bien, no sentí empatía y no comprendía lo que él me indicaba. Me hicieron una serie de exámenes médicos, al no encontrar nada en el oído, me recetaron distintos medicamentos para controlar la ansiedad, para dormir y para mejorar la circulación de la sangre en el cerebro. A los seis meses de tratamiento con psicofármacos me encontraba en una espiral descendente que parecía no tener fin, la adicción a substancias psicoactivas legales e ilegales era más profunda y, además, el problema del pitido no se iba.
Sentía que estaba como despersonalizado, de un día para otro, no sentía emoción ni empatía por nada ni por nadie, estaba como acartonado o hipnótico, mi chispa se había ido. Hablé con mi madre porque ya no quería acudir más con el psiquiatra, intenté decirle que ahora mi condición era mucho peor. Mi madre habló con el médico familiar y me remitieron a otro psiquiatra, por lo cual, decidí ya no asistir más a las sesiones e interrumpí abruptamente el tratamiento, intercambiándolo por más dosis de substancias ilegales.
Por aquel entonces tenía unos 22 o 23 años con una vida sin rumbo, sumida en la adicción a las drogas y al alcohol. Un buen día, estando en la celebración de bodas de una prima, su esposo se acercó a comentarme que él se había rehabilitado gracias al Programa de Narconon Mediterráneo, me dio todos los datos necesarios y me trasmitió la forma en que esto lo transformó en una mejor persona. Aquel día, no sólo fue bueno para los nuevos esposos, sino para mi también porque representó el inicio de un cambio total de vida.
Al saber todos estos datos, mis padres me apoyaron para iniciar el camino hacia una vida libre de las adicciones a las drogas y al alcohol. Vivíamos a unos 200 Km. de Narconon Mediterráneo, eso no fue impedimento para que el Staff del Centro fuera a buscarme para comenzar con el Programa. Cuando iba de camino me cuestioné si en verdad esto funcionaría y cómo es que realmente me podían ayudar si llevaba muchos años enganchado con las substancias, sentía que sin ellas no era funcional en mi día a día.
Todas estas inquietudes e incertidumbres se fueron desvaneciendo conforme avancé en el Programa. Desde las primeras etapas sentí una mejoría significativa, con la Retirada Libre de Drogas pasé de la mejor manera los síntomas de la abstinencia gracias a los nutrientes y a las técnicas especiales para ello por parte del staff. Gracias a la Desintoxicación de la Nueva Vida, una etapa basada en la combinación de ejercicio, sudado en calor seco de sauna y un régimen nutricional, fue que logré eliminar los residuos tóxicos y, en consecuencia, mi pensamiento fue más claro.
De manera gradual empecé a notar el cambio en la mente y en el cuerpo, mi semblante fue distinto y mi forma de ser empezó a ser más empática. Me di cuenta que cada etapa del Programa y su orden tienen un propósito específico y así continué con Los Objetivos, que son una serie de ejercicios que ayudan a la persona a enfocar su atención en el entorno presente e inmediato.
Continué el Programa sin parar hasta que llegué a los cursos de Destrezas para la Vida, con el de Valores e Integridad Personal experimenté un cambio rotundo porque pude ver claramente la razón por la cual había entrado en el problema de las adicción, cuáles había sido las consecuencias, cómo poder remediarlas y con todas estas habilidades, un día estaba rehabilitado al concluir el Programa.
Cuando salí de aquel maravilloso lugar, me di cuenta de que quería ser parte del staff para ayudar a otras personas, quienes como yo quieren una vida libre de adicciones. Mi deseo se cumplió y estuve cuatro años como parte de este gran equipo, nunca pensé que me diera tanta satisfacción ayudar a los demás, lo que representó mayor fuerza interior para continuar en mi propio camino.
“Mi mensaje enfático a otros es ¡sí se puede salir de las drogas!
Se puede pensar que no hay solución, pero sí se puede
manejar la condición”.
Hoy hay armonía y rumbo en mi vida, cuento con el apoyo de una pareja, además tengo mi propia empresa. Todo esto lo logré con persistencia para aplicar las herramientas del Programa de Narconon Mediterráneo.
Lo que puedo determinar en este momento de mi vida es que no voy a tener más problemas con las drogas. Han pasado diez años, cuando arribé pensaba que no había solución al problema, pero el Programa de Narconon me devolvió la vida y me encontré conmigo mismo.
Juan, Graduado de Narconon Mediterráneo