A mí, sí me importas

Antonio T., graduado de Narconon Mediterraneo

Comencé a consumir alcohol de manera muy natural. Desde muy pequeño fumaba y para mí el alcohol era algo natural y cotidiano. Yo ya hacía mis escarceos, robaba en el bar alcohol, beber era parte de la normalidad.

Empiezas bebiendo, fumando porros y vas subiendo de escalones. La heroína fue el punto culmine. Sabía en lo que me metía, pero claro entonces como otros, “pensamos que somos más fuertes que las cosas”.

Tu vida cambia totalmente. Me crie en una finca, el Sr. Freud, no tendría ningún caso conmigo, pues yo no tenía ningún problema, ni de abusos, ni falta de cariño. Hacía deporte, siempre fui deportista, artes marciales, boxeo. Con 3 años me enseñaron a nadar, por si nos caíamos al agua en la piscina. Me he criado con una familia enorme, porque todos los amigos eran como familia y no tuve ningún problema traumático.

Consumir, me llevó a distanciarme de los míos, fue muy brusco. Cuando empecé con la heroína, tenía una ocultación muy grande con mi familia, porque beber y fumar lo hacía a la vista, era algo normal.

Comencé esnifando heroína, pero siempre buscas una sensación más fuerte……………

Con 20 años, estaba en el bar, tenía el compromiso de mantenerlo y cuando se enteraron de que me ponía heroína, el fraude fue muy fuerte para todos, difícil para ellos y para mí. Poco a poco había ido a drogas más fuertes y medios más directos.

Llebaba consumiendo desde los 17 años. Me fui distanciando de mi familia. La realidad era un abismo y la comunicación se convirtió en broncas, no coincidíamos en nada, su actitud era antagónica hacia mí.

Siempre había sido muy activo pero lo dejaba por rachas cuando la droga me tenía más deprimido. Era autodidacta, aprendí solo a tocar la batería y monté un grupo, tocábamos por ahí. Siempre he hecho cosas, la droga lo único que ha hecho es estorbarme, todo me lo ha tirado por tierra.

Fue una espiral descendente, su énfasis fue en el año 97. Me metí un chute muy extraño, pillé una jeringuilla de 5cm que tenía por casa, y machaqué un “Buprex” que había por aquel entonces y lo mezclé con algo que me habían dado. Cuando desperté, estaba la doctora, estaba en el centro de salud que estaba enfrente de casa. Yo estaba en un charco de vómito verde. Me arruiné los riñones, estaba bastante mal físicamente; eso dio paso a querer dejarlo y dejar de hacer daño.

Me encerré en casa. A veces tiene que ser así de duro para ver la luz. De hecho yo ya estaba encerrado quitándome de en medio, para dejar de hacer mal. Un día utilicé todo lo que tuve a mano, quizás tuvo que ser así.

Tenía 2 amigos, uno de ellos conocía las técnicas de Narconon. Él, desde los 13 años, no había estado en drogas, pero me hablaba de la sauna de desintoxicación.

Anteriormente había estado en una especie de “REMAR”, o algo así, y claro ya te imaginas, los psiquiatras.

Cuando me pasó esto, tras año y medio en casa, mi amigo vino, me cogió y animó. Decidí vender mi Harley Davison, y así lo hice. La vendí al taller que me la arreglaba normalmente. Me dio un sobre con el dinero.

Mi amigo me llevó a Narconón Mediterráneo en Sevilla, y allí llegué con un chándal prestado y el dinero de la venta de mi moto, para emplearlo en rehabilitarme.

El cambio fue brutal, venía de una depresión constante y queriendo morir.

Allí dejaron el paquete "¡ De aquí no te mueves, hasta que lo veas claro¡”, me dijo mi amigo.

Lo recuerdo todo. Fui un caso difícil, vamos una “perita en dulce”, un caso rebelde, llegué muy malito, me había dañado los riñones y había tenido una pérdida de creatinina, que me destrozó todos los músculos del cuerpo, tenía verdadero dolor, pesaba 99kg, y había que tocarme con cuidado. Allí lo recuperé todo, recuperé la vitalidad, el físico.

La última semana de Retirada, la pasé a base de reírme, ya sabes, al que no se le ocurre una, se le ocurre otra. Me veía agasajado, como querían ayudarme, dijeron: “vamos a sacar a este chico adelante”, era una atención constante, no me faltaba de nada.

Lo recuerdo duro, pero muy grato. Eso quiero para los demás, es lo que yo quiero que vean los demás en Narconon, si no lo ven, no lo han entendido.

Cada paso del programa, no sólo lo recuerdo, puedo sentir lo que noté en mí.

Los ejercicios de comunicación y control fueron brutales. Pasé a través de mis malos momentos pero obtuve grandes ganancias.

Aprendí lo que es tener intención, sin que nada ni nadie pueda obstaculizar mis propósitos. Hoy en día, cada vez que algo se me pone delante, lo tengo siempre presente.

"Mi hijo se sorprende conmigo."

Mi hijo se sorprende conmigo.

Hice una sauna muy completa, en todo momento atendido, con vitaminas, minerales, calcio, magnesio, potasio, lecitina y aceite de soja, nuez, cártamo y cacahuete.

Había entrado muy mal, tanto física como mentalmente. Me ayudaron mucho a confrontar mi estado y noté muchísimo cambio. Encontrándome otra vez, empecé a ver todo lo bueno, me puse fuerte, en causa, quité la atención de mis males.

Yo erradiqué la heroína de mi vida. Haciendo los ejercicios cognitivos, llamados objetivos, algo me pinzó, me di cuenta para siempre de que aborrecía esta droga que me tenía prisionero y me dominaba.

Lo demás me aportó control, habilidad, destrezas. No hay ciclo del programa que no haya recorrido a fondo.

Te encuentras con una serie de técnicas y conocimientos que hicieron que se produjese la magia en mí. Quería que los demás lo experimentaran, así que me puse a ayudar a otros.

Es como algo muy bueno que quieres compartir.

Cuando te retiras de la droga, todos están contentos, desaparecen sus preocupaciones.

Pude ayudar a mi hermano, utilizando las técnicas de ayuda de Narconon y hacer su existencia más llevadera.

Tengo fé en la tecnología, sé que funciona y yo firmé para compartir eso.

A veces hay situaciones en la vida que te vienen grandes. Si eres capaz de pasar a través de ellas y darte cuenta, puedes con todo, y eso lo aprendí en Narconon.

Lo que aprendí lo tengo presente cada día de mi vida. Es como las zapatillas de estar por casa y quiero saber más. Yo tuve la sensación de que lo que aprendía me lo estaban diciendo a mí en exclusiva. Así se lo transmití a mi hijo, es así de fácil, no hay misterios, era algo que yo sabía y nunca le había puesto palabras.

Tengo muy presente florecer y prosperar, quiero seguir conociendo más y mejorando.

Si tuviera que decirles algo a otros con respecto a porqué ir a Narconón, les diría:

Todos queremos ir al cielo, pero ninguno de nosotros quiere morirse.

Eso es disciplina, querer ver las cosas de otra manera.

A ti no te importa la gente, pero a toda esa gente, le importas tú.

A MÍ, SÍ ME IMPORTAS.

Antonio T., graduado de Narconon Mediterraneo

AUTOR
ML

María Luisa Barcala

NARCONON MEDITERRÁNEO

EDUCACIÓN Y REHABILITACIÓN DE DROGAS